Los individuos con un estilo de pensamiento más intuitivo tienden a tener una fe más fuerte en Dios que las personas más reflexivas. Esto es lo que ha revelado un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Harvard, y cuyos resultados sugieren la existencia de una fuerte relación entre la intuición y las creencias religiosas. La investigación se enmarca en un pequeño pero rápidamente creciente conjunto de conocimientos sobre la psicología de la fe, una actitud común en la humanidad de casi todos los lugares y momentos, que aún no ha sido bien comprendida. Por Yaiza Martínez de Tendencias Científicas.
La intuición puede propiciar la fe de las personas en lo divino y ayudaría a explicar porqué hay individuos que tienen más fe en Dios que otros.
Esto es lo que sugiere un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Harvard, en Estados Unidos, cuyos resultados han sido publicados por el Journal of Experimental Psychology.
Según un comunicado de la American Psichological Association (APA), los autores de la investigación realizaron una serie de experimentos en los que se constató que los individuos con un estilo de pensamiento más intuitivo tendían a tener una fe más fuerte en Dios que las personas más reflexivas.
Como "estilo de pensamiento intuitivo" se entiende la propensión a dejarse llevar más por los instintos que por la meditación y a tomar decisiones de forma rápida, a partir de procesos cognitivos automáticos.
El "estilo de pensamiento reflexivo", por el contrario, implicaría el cuestionamiento de los instintos y la consideración de otras posibilidades, así como la tendencia a tomar decisiones no intuitivas.
Preguntas trampa
Según señala el psicólogo de la Universidad de Harvard Amitai Shenhav, co-autor del estudio: "Queríamos explicar las variaciones en la fe en Dios desde la perspectiva de los procesos cognitivos básicos".
Shenhav añade que "se ha dicho que creemos en Dios porque nuestras intuiciones sobre cómo y por qué suceden las cosas nos hacen ver un propósito divino en los sucesos ordinarios. Esto nos llevó a preguntarnos si la fuerza de la fe individual estaría influenciada por el grado de confianza en las intuiciones naturales".
En la primera parte de la investigación de Shenhav y sus colaboradores participaron 882 adultos estadounidenses, de una media de edad de 33 años. El 64% de los participantes fueron mujeres. A los voluntarios se les pidió que rellenaran unas encuestas online sobre su fe en Dios antes de realizar un test cognitivo.
Dicho test constaba de tres problemas matemáticos con respuestas intuitivas, aunque erróneas. Por ejemplo, una pregunta señalaba: "Un bate y una pelota cuestan 1,10 dólares en total. Si el bate cuesta un dólar más que la pelota, ¿cuánto cuesta la pelota?
La respuesta automática o intuitiva a esta pregunta es "10 céntimos", pero la respuesta correcta en realidad es cinco céntimos. Otra de las preguntas fue la siguiente: Bill y Sally tienen entre los dos 28 años. Bill es 20 años mayor que Sally. ¿Cuántos años tiene Sally? La respuesta intuitiva, y de nuevo errónea, es ocho años. La correcta, cuatro años.
Influir en el grado de fe
Según publica la Universidad de Harvard en un comunicado, las personas que contestaron a estas tres preguntas de manera intuitiva resultaron ser 1,5 veces más propensas a estar convencidas de la existencia de Dios, que aquéllas que no contestaron intuitivamente.
Este patrón se mantuvo independientemente de la inclusión de otros factores, como las tendencias políticas de los participantes, su educación o sus ingresos. Según los investigadores "la forma de pensar de la gente sobre precios o edades en realidad refleja un estilo de pensamiento y, en última instancia, las convicciones que se tienen sobre el orden metafísico del universo".
En un segundo experimento, en el que participaron 373 personas, los investigadores descubrieron que podían influir temporalmente en los niveles de fe individual pidiendo a los participantes que escribieran un párrafo sobre una experiencia personal en la que el pensamiento reflexivo o el pensamiento intuitivo les hubieran dado buen resultado.
A una parte de los voluntarios se les dijo que describieran un momento de sus vidas en la que la intuición o el primer instinto les hubiese ayudado, y a otro grupo se les pidió que escribieran sobre algún momento en el que la reflexión y el razonamiento detenido les hubiesen permitido resolver un problema.
Después de realizar este ejercicio de escritura, se examino las creencias religiosas de los participantes. Se constató así que aquéllos que habían escrito sobre una experiencia intuitiva exitosa fueron más propensos a señalar que estaban convencidos de la existencia de Dios, que aquéllos que habían escrito sobre una experiencia reflexiva.
No tiene que ver con la inteligencia
El estudio de los psicólogos de la Universidad de Harvard reveló, por otra parte, que la pronunciada relación entre los diferentes estilos de pensar y el grado de fe no podía ser explicada por diferencias en la capacidad mental de los participantes o por su cociente de inteligencia.
Según David Rand, otro de los autores del estudio, dicha relación "no depende de lo que inteligente que se sea, sino de hasta qué punto seguimos nuestras intuiciones, en lugar de detenernos y reflexionar".
Asimismo, los investigadores enfatizan que los resultados obtenidos no implican un juicio de valor negativo sobre la toma de decisiones intuitivas, con respecto a la reflexión. De hecho, afirma Shenhav, ser capaces de tomar decisiones rápidas e intuitivas puede suponer una gran ventaja.
En definitiva, lo que los científicos buscaban es establecer un vínculo entre las creencias religiosas y la intuición, que respaldase la idea de que existen elementos en el diseño cognitivo de los humanos que promueven la fe en un poder superior.
La investigación se enmarca, por tanto, en un pequeño pero rápidamente creciente conjunto de conocimientos sobre la psicología de la fe, una actitud común en la humanidad de casi todos los lugares y momentos, que aún no ha sido bien comprendida.
Descalifican por dopaje a una cabra en Colorado
La cabra ganadora de la Feria Estatal de Colorado este año y otra cabra criada por la misma familia fueron descalificadas luego que se les detectasen sustancias prohibidas en un análisis antidopaje, dijeron funcionarios estatales el viernes.
La familia dice que el alimento de sus cabras pudiera haber sido manipulado por terceros y que planea apelar.
La descalificación significa que la estudiante universitaria que crió a la cabra campeona no recibirá los 5.500 dólares que ganó su cabra y que su hermano no recibirá los 1.300 dólares del precios de venta de su cabra. Significa además que no podrán participar en futuros eventos ganaderos en la feria.
El diario The Pueblo Chieftain reportó la descalificación el viernes.
Susan Weinroth, madre de los dos, le dijo al periódico que los animales de la familia siempre dieron negativo en los análisis y agregó que la familia estaba sorprendida por los resultados.
Dijo que el alimento de las cabras de la familia había sido "movido y alterado" durante la feria y que las cabras se enfermaron después de comerlo.
"No puedo decir si fue sabotaje. Todo lo que puedo decir es lo que sucedió", dijo.
Descalifican a un maratonista por coger un autobús durante la carrera
Tras llegar tercero a la meta y mejorar su marca personal, Rob Sloan festejó y se jactó de su actuación en una maratón "increíblemente ardua". Resultó que no era tan cierto.
Según los organizadores, Sloan abandonó la carrera Kielder Marathon el domingo a los 32 kilómetros (20 millas), 10 kilómetros antes de la meta, se subió a un autobús para espectadores y salió corriendo del bosque cerca de la meta para ocupar un lugar en el podio.
Después de descartar las acusaciones por "absurdas", Sloan reconoció su transgresión cuando los organizadores iniciaron una investigación.
"La gente que iba en autos lo vio subir y bajar (del autobús). La gente lo vio correr entre los arbustos... no cabía la menor duda que lo teníamos", dijo Dave Roberts, de la comisión organizadora de la competencia, a la Associated Press el miércoles.
"Rob estaba trastornado por tener que confesar", añadió.
Sloan fue despojado de su tercer puesto.
Otros competidores y los directivos del club Sunderland Harriers, al que pertenece Sloan, lo criticaron por alterar un evento que los organizadores llaman "la más hermosa maratón de Gran Bretaña".
Steven Cairns, ascendido del cuarto al tercer puesto tras la descalificación, fustigó a su rival por "robar mi gloria".
6 de cada 10 jugadores de la NBA acaban arruinados a los cinco años de dejar el baloncesto
Pero si eres pobre, negro y con tendencia al derroche, perfil en el que encajan buena parte de los jugadores de la NBA (la primera condición antes de ingresar en la liga, la última durante, la de en medio, siempre), tienes un 60% por cierto de posibilidades de entrar en bancarrota apenas cinco años después de colgar las botas, según las cifras que maneja la Asociación de Jugadores.
El caso del ex deportista (baloncestista o no) en bancarrota se repite con tal asiduidad que ha dejado de ser noticia. En 2009, el que fuera compañero de Michael Jordan en los Bulls de Chicago, Jason Caffey, llegó a empeñar sus anillos de campeón para afrontar sus deudas. Otro tanto le pasó a su compañero Scottie Pippen, uno de los mejores jugadores de la historia, y a punto estuvo de pasarle al mismísimo Jordan, el mejor de todos los tiempos, que amasó una fortuna de 40 millones de dólares y estuvo a punto de dilapidarla en timbas de póker y cochazos.
Póker, cochazos, mujeres y algún que otro vicio inconfesable explican la asombrosa capacidad de los ex baloncestistas para arruinarse a una velocidad de vértigo. Rick Reilly enumera en ESPN diez razones que llevan a los jugadores a malgastar su fortuna. Además de las señaladas arriba hay que destacar rodearse de malas compañías, desde (malos) amigos que te sisan hasta abogados, asesores inmobiliarios y demás fauna de dudosa ética.
Pero si algo resume la trayectoria hacia la bancarrota de ese 60% es su incapacidad para planear el futuro con un poco de sensatez, una inconsciencia que les emparenta con los ganadores de grandes premios de lotería, otros candidatos a la ruina temprana o, cuando menos, a una vida desdichada e infeliz.
La NBA está paralizada ahora por un quítame allá ese 2% entre los jugadores y los propietarios de la franquicia. Se trata de una pelea entre dos lobbies de millonarios que discuten por el chocolate del loro, para muchos sólo supone pagar unas cuantas letras más de su jet privado o, en el peor de los casos, posponer un año su ruina segura.
Fuente laflecha.net
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