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sábado, 18 de mayo de 2013

Dinópolis presenta dos nuevas especies de cocodrilos



Las investigaciones más recientes realizadas a partir de los fósiles recuperados en Ariño han permitido describir dos nuevas especies de cocodrilos del Albiense Inferior de la mina de lignito Santa María (Teruel). Los paleontólogos de la Fundación Conjunto Paleontológico de Teruel-Dinópolis han presentado recientemente y con motivo de la celebración del Día Internacional de los Museos los últimos hallazgos realizados por el equipo de dicha entidad tras los trabajos de excavación realizados en el yacimiento de la mina de Santa Mª ubicado en la localidad turolense de Ariño.

En concreto, y tras las investigaciones realizadas a partir de los fósiles recuperados en dicho afloramiento, han permitido describir dos nuevas especies de cocodrilos del Albiense Inferior (Formación Escucha, Cretácico Inferior).

En Ariño se han localizado hasta el momento más de 60 concentraciones con restos esqueléticos de cocodrilos, que corresponderían a otros tantos individuos. Los más de 1.500 huesos de cocodrilos recuperados muestran diversos grados de conservación de los esqueletos en las concentraciones y, entre ellos, destaca la presencia de varios cráneos extraordinariamente conservados cuyo estudio ha determinado que pertenecen a dos nuevas especies.

El artículo científico ha sido ya aceptado para su publicación en un próximo número de la revista Spanish Journal of Palaeontology (Sociedad Española de Paleontología) y recibirán nombres dedicados a la Formación Escucha (unidad litoestratigráfica de procedencia) y al hábito de merodeador acuático/costero en el que vivieron.

Con motivo del Día Internacional de los Museos, y a la espera de que la aparición del número de la revista permita dar a conocer todos lo detalles, uno de los cráneos se expondrá en la vitrina "Museo Aragonés de Paleontología", creada al inicio de esta temporada con el fin de mostrar a los visitantes de Dinópolis las últimas novedades paleontológicas de Aragón. Hasta ahora, ocupaba el espacio estelar de esta vitrina otro fósil de Ariño: el cráneo del dinosaurio Proa valdearinnoensis.

Ariño, un yacimiento excepcional

La Fundación Conjunto Paleontológico de Teruel-Dinópolis (FCPTD) lidera un proyecto de cooperación entre actividad minera e investigación paleontológica aplicada que ha dado como resultado el descubrimiento en la localidad de Ariño de un espectacular yacimiento de dinosaurios. Los trabajos paleontológicos llevados a cabo desde el año 2010 en la mina de lignito a cielo abierto Santa María (Ariño, Teruel) del Grupo SAMCA ha permitido detectar ya más de un centenar de concentraciones de vertebrados mesozoicos y recuperar casi 6.000 huesos fósiles excavando en una superficie que supera las 15 hectáreas.

Este yacimiento se sitúa en el piso Albiense del Cretácico Inferior, que abarca el intervalo comprendido entre hace 113 y 100 millones de años. Dicha edad geológica lo convierte en extraordinariamente relevante ya que los dinosaurios encontrados en sedimentos del Albiense son muy escasos en toda Europa.

Los datos preliminares ponen de manifiesto la presencia de diversos tipos de dinosaurios: ornitópodos, tireóforos y terópodos. También se ha recuperado material de tortugas y cocodrilos, peces -tanto óseos como cartilaginosos- y diversos tipos de plantas e invertebrados obtenidos en muestreos específicos (ámbar, polen, oogonios de carófitas, ostrácodos, bivalvos, gasterópodos, etc.).

Además, los coprolitos son muy numerosos en ciertas áreas del yacimiento y contienen en su interior residuos que son una evidencia directa de la dieta de los organismos que los produjeron, así como polen, esporas y microorganismos (bacterias).





Un estudio revela que vemos colores en la música



Nuestros cerebros están diseñados para establecer conexiones entre la música y el color, en función de cómo nos hacen sentir las melodías, ha revelado una investigación de la Universidad de California en Berkeley (UC Berkeley), Estados Unidos. El estudio se realizó con 100 personas de México y EEUU, y sus hallazgos podrían tener implicaciones para las terapias creativas, para la publicidad e incluso para los dispositivos reproductores de música. Si éstos combinaran imágenes y melodías teniendo en cuenta las emociones, podrían provocar experiencias más intensas, afirman los autores de la investigación.

Nuestros cerebros están diseñados para establecer conexiones entre la música y el color, en función de cómo nos hacen sentir las melodías, ha revelado una investigación de la Universidad de California en Berkeley (UC Berkeley).

Por ejemplo, el vivaz concierto para flauta nº1 en sol mayor de Mozart se asocia más con el color amarillo brillante y con el color naranja, mientras que su Réquiem en re menor suele relacionarse con colores más oscuros, como el gris azulado.

Por otra parte, el estudio ha constatado que personas de distintos sitio - en este caso, de Estados Unidos y de México- vinculaban las mismas piezas de música clásica con los mismos colores. Esto sugiere que los seres humanos comparten una "paleta" emocional común que parece ser intuitiva y trascender las barreras culturales, afirman los autores de la investigación en un comunicado de la UC Berkeley.

"Los resultados obtenidos han sido firmes y consistentes en todas las personas y culturas y señalan claramente el importante papel que juegan las emociones en la forma en que el cerebro humano vincula la música con los colores ", explica Stephen Palmer, autor principal de un artículo sobre el estudio publicado por Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS).

Utilizando una paleta de 37 colores, los investigadores comprobaron que la gente tiende a asociar la música con un ritmo rápido y en modo mayor con tonos vivos de amarillo; mientras que la música de ritmo más lento y en modo menor tiende a ser relacionada con tonos más oscuros del gris y del azul.

"Sorprendentemente, se puede predecir con un 95% de exactitud lo alegres o tristes que serán los colores que los individuos seleccionarán a partir del tono emocional de la música que escuchan", afirma Palmer, quien presentará estos y otros hallazgos en la International Association of Colour conference aic2013.org/ que se celebrará el próximo ocho de julio en la Universidad de Newcastle, en el Reino Unido.

En esta conferencia, un espectáculo de luces de color acompañará la actuación de la Orquesta Northern Sinfonia para mostrar "los patrones que provoca la convergencia de música y color en los circuitos neuronales que registran las emociones".

Entender la sinestesia

Estos hallazgos podrían tener implicaciones para las terapias creativas, para la publicidad e incluso para los dispositivos reproductores de música.

Por ejemplo, se podrían desarrollar visualizadores de música electrónica con un mayor efecto emocional o programas informáticos que generen imágenes animadas sincronizadas con la música. Ahora mismo, los colores y patrones de estos dispositivos se generan de manera aleatoria sin tener en cuenta las emociones humanas, explican los científicos.

Por otra parte, el hallazgo podría ayudar a comprender la sinestesia, un trastorno neurológico que hace que la estimulación de un sentido, como el oído al escuchar música, provoque percepciones automáticas en otros sentidos.

Un ejemplo de sinestesia fue el retratado en la película de 2009 El Solista, en la que el violonchelista Nathaniel Ayers ve una interacción fascinante de colores que giran cuando escucha una sinfonía. Artistas como Wassily Kandinksky y Paul Klee reflejaron este cruce perceptivo que supone la sinestesia en sus obras, como si "pintaran" sonidos con los colores que empleaban.

Experimento realizados

En el presente estudio participaron 100 hombres y mujeres, de los cuales la mitad residía en la bahía de San Francisco (EEUU) y la otra mitad en Guadalajara, México. En tres experimentos, los voluntarios escucharon 18 piezas de música clásica de compositores como Johann Sebastian Bach, Wolfgang Amadeus Mozart o Johannes Brahms. Estas piezas variaban en tempo (lento, medio, rápido) y en las claves.

En el primer experimento, se pidió a los participantes que eligieran cinco de los 37 colores -de la paleta presentada- que ellos pensaban coincidían mejor con la música que oían. La paleta estaba compuesta por tonos vivos, claros, medios y oscuros de rojo, naranja, amarillo, verde, verde amarillento, verde, verde azulado, azul y morado.

Los participantes escogieron, de manera sistemática, colores cálidos y vivos cuando escucharon música alegre y vivaz; y colores oscuros y apagados cuando oyeron piezas tristes o sombrías. Por otra parte, calificaron cada pieza musical en una escala que iba de la alegría a la tristeza, de fuerte a débil, de animado a triste; y de enojado a calmado.

Los resultados de dos experimentos posteriores, en los que los voluntarios debían relacionar expresiones faciales con músicas y colores, respaldan asimismo la hipótesis de los investigadores de que "las emociones comunes son responsables de las asociaciones entre música y color", explica Karen Schloss, coautora del artículo de PNAS.

En este caso, la música alegre en modo mayor fue asociada constantemente con caras de aspecto feliz, mientras que la música triste en modo menor se relacionó con caras tristes. Igualmente, las caras felices fueron vinculadas con el amarillo y otros colores brillantes; y los rostros enojados con tonos rojos oscuros.

Palmer y su equipo planean ahora investigar a personas de Turquía, donde la música tradicional emplea una amplia gama de escalas. "Sabemos que en México y EEUU las respuestas son muy similares. Pero aún no sabemos cómo será la respuesta en otros países, como China o Turquía", explican.




Una buena estrategia emocional para reducir la ansiedad



¿Hay estrategias emocionales que pueden facilitarnos la vida? Al parecer sí. Según un estudio de la Universidad de Illinois, en Estados Unidos, las personas que aplican la llamada "revaluación cognitiva" tienden a padecer menos ansiedad que otras. Esta estrategia consiste en observar los problemas o situaciones difíciles desde una perspectiva positiva, considerándolos como un desafío o una posibilidad. Según los autores de la investigación, aunque no se pueda hacer mucho para condicionar factores ambientales o genéticos que contribuyen a la ansiedad, sí que se pueden cambiar las estrategias de regulación emocional para reducirla.

Qué solemos hacer cuando tenemos un problema? ¿Ocultarlo? ¿Hacer como que no existe? ¿Esperar a que se solucione?

Un estudio realizado por psicólogos de la Universidad de Illinois, en Estados Unidos, sugiere que las personas que suprimen sus emociones en circunstancias problemáticas tienden más a sufrir ansiedad‎ que aquellas que aplican una estrategia de regulación emocional bautizada como "revaluación cognitiva". Por tanto, regular las emociones cuando nos enfrentamos a situaciones adversas puede ayudarnos a reducir nuestra ansiedad.

La investigación consistió en una serie de cuestionarios, con los que los científicos preguntaron a 179 hombres y mujeres sanos cómo gestionaban ellos sus emociones y su grado de ansiedad, en diversas situaciones. Después, los autores del estudio -publicado en la revista Emotion - analizaron los resultados de los cuestionarios, con el fin de averiguar si diversas estrategias emocionales estaban relacionadas con un mayor o menor grado de ansiedad.

Resultados obtenidos

Este análisis reveló que aquellas personas que aplicaban la estrategia de regulación emocional antes mencionada tendían a padecer niveles más bajos de ansiedad social y menos ansiedad general que aquéllas que evitaban expresar sus sentimientos.

La revaluación implica observar un problema dado desde una perspectiva distinta, explica en un comunicado de la Universidad de Illinois Nicole Llewellyn, directora del estudio junto al psicólogo Florin Dolcos, del Instituto Beckman de dicho centro.

Así, si la evaluación de una situación es la interpretación personal o la visión que tenemos de ella, la revaluación sería la reinterpretación de dicha circunstancia. Las personas que, al hacer esto, son capaces de replantear y reconsiderar lo que les ocurre para encontrar sus aspectos positivos o entienden los problemas más como desafíos estimulantes que como algo negativo, añade Llewellyn, tienen menos problemas de ansiedad.

La estrategia se puede cambiar

El hallazgo es relevante, si se tiene en consideración que en la actualidad se estima que un 20.5% o más de la población mundial sufre de algún trastorno de ansiedad, generalmente sin saberlo.

Además, en las sociedades avanzadas modernas, la ansiedad se ha desarrollado de forma patológica y conforma, en algunos casos, cuadros sintomáticos que constituyen los denominados trastornos de ansiedad, que tiene consecuencias negativas y muy desagradables para quienes lo padecen.

Entre los trastornos de ansiedad se encuentran las fobias, el trastorno obsesivo-compulsivo, el trastorno de pánico, la agorafobia, el trastorno por estrés postraumático, el trastorno de ansiedad generalizada, el trastorno de ansiedad social, etc.

Según Dolcos, "la Organización Mundial de la Salud ha predicho que en 2020, la ansiedad y la depresión -que tienden a concurrir- estarán entre las causas más prevalentes de incapacidad en el mundo. Como tal, será superada sólo por las enfermedades cardiovasculares. Todo ello estará asociado a grandes costes".

Sin embargo, no toda la ansiedad es mala, añade el psicólogo. Un nivel bajo de ansiedad puede ayudar a mantener el tipo de atención que necesitamos para conseguir hacer las cosas. De hecho, suprimir las emociones también a veces puede resultar una buena estrategia en una situación a corto plazo.

De igual modo, una actitud siempre positiva puede ser peligrosa y hacer que la gente ignore, por ejemplo, sus problemas de salud o se implique en comportamientos de riesgo.

Llewellyn, por su parte, señala que lo importante de esta investigación es que revela que la ansiedad se puede reducir si se cambian las estrategias emocionales: "No se puede hacer mucho para condicionar factores ambientales o genéticos que contribuyen a la ansiedad. Pero sí se pueden cambiar las estrategias de regulación emocional", concluye.




El estrés laboral se relaciona con un aumento de grasas en la sangre



Investigadores españoles han estudiado cómo afecta el estrés en el trabajo a la salud cardiovascular. Los resultados, publicados en el Scandinavian Journal of Public Health, asocian esta situación con la dislipidemia, una condición patológica que altera las concentraciones de lípidos y lipoproteínas en la sangre.


Desde hace años, los expertos sostienen que el estrés emocional se asocia con el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares debido, entre otros factores, a hábitos poco saludables, como fumar, comer de forma inadecuada o llevar una vida sedentaria.

El estrés emocional se asocia con el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares debido, entre otros factores, a hábitos poco saludables

Ahora, un estudio realizado por la Sociedad de Prevención de Ibermutuamur, en colaboración con expertos del Hospital Virgen de la Victoria de Málaga y la Universidad de Santiago de Compostela, analiza la asociación entre el estrés laboral y diferentes parámetros relacionados con el metabolismo de los ácidos grasos en el organismo.

El trabajo, recientemente publicado en el Scandinavian Journal of Public Health, se llevó a cabo en una muestra de más de 90.000 empleados que acudieron a realizarse un reconocimiento médico.

"Los trabajadores que declararon haber experimentado dificultades para hacer frente a su trabajo durante los últimos doce meses (un 8,7 % de la muestra) contaron con un mayor riesgo de padecer dislipidemia", señala a SINC Carlos Catalina, psicólogo clínico experto en estrés laboral.

Las dislipidemias o dislipemias son trastornos del metabolismo de las lipoproteínas, que pueden manifestarse por una elevación del colesterol total, de las lipoproteínas de baja densidad (LDL) y de las concentraciones de triglicéridos, así como por una disminución de las lipoproteínas de alta densidad (HDL).


Cambios en el perfil lipídico

Concretamente, en el estudio realizado los trabajadores con estrés laboral presentaron mayor probabilidad de sufrir niveles anormalmente altos de colesterol LDL (el llamado colesterol 'malo'), niveles excesivamente bajos de colesterol HDL (colesterol 'bueno') e índices de aterogenicidad positivos, es decir, un potencial de obstrucción de las arterias.


Fuente laflecha.net

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