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miércoles, 30 de mayo de 2012

¿Que es una "panzana"?


Expertos en frutas declararon que la panzana es una de las variedades de frutas más excitantes que haya aparecido en los últimos años. "Sabemos que nuestros clientes buscan cosas nuevas para probar y esperamos que disfruten este novedoso derivado de la familia de las peras", comentó Shazad Rehman, especialista en frutas de Mark & Spencer.

La panzana es cultivada en Nueva Zelanda y es una cruza entre diferentes tipos de peras europeas y asiáticas. Según explica Rehman, tiene un sabor refrescante, ideal para comer en cualquier momento del día. Por ahora sólo se consigue en las tiendas de Mark & Spencer a una libra esterlina la unidad.


Las personas con hijos son más felices


Los padres y las madres son personas con mayores niveles de felicidad que la gente que no tiene hijos, y además tienden más a percibir que su vida tiene sentido que las personas sin descendencia, revela una investigación realizada por especialistas de la Universidad de California en Riverside (UCR), de la Universidad de Standford (en Estados Unidos) y de la Universidad de British Columbia, en Canadá. La investigación fue llevada a cabo en ambos países.
Según publica la UCR en un comunicado, los progenitores serían además más felices cuidando de sus hijos que mientras realizan otras actividades cotidianas.
Una de las autoras de la investigación, la psicóloga de la UC Riverside, Sonja Lyubomirsky, señala que los resultados obtenidos no indican "que la paternidad o la maternidad hagan más felices a la gente, pero sí que el hecho de ser padre o madre está relacionado con la felicidad y con el sentimiento de que la vida tiene sentido".
Estos hallazgos coinciden con los de otros estudios recientes, que han revelado que la maternidad y la paternidad conllevan aspectos positivos, a pesar de la responsabilidad que implican, y además encajan con perspectivas emergentes sobre la evolución, que sugieren que la maternidad o la paternidad son necesidades humanas fundamentales.
Sin embargo, también contradicen los resultados de otras investigaciones que en los últimos han señalado justo lo contrario: que la paternidad y la maternidad tienen un coste para el bienestar de los progenitores. Resultados obtenidos
La presente investigación consistió en tres experimentos, en los que se evaluó si los padres y las madres eran más felices en general que sus iguales sin hijos, si los padres y las madres se sentían más felices a cada momento que las personas sin descendencia, y si los padres y las madres experimentaban más sentimientos positivos cuando cuidaban de sus niños que cuando hacían cualquier otro tipo de actividades.
El análisis reveló, en primer lugar, que los padres y las madres eran más felices cuando cuidaban a sus hijos que en cualquier otro momento del día.
Los padres, en particular, expresaron niveles mayores de felicidad, de emociones positivas y de sentido en sus vidas que los hombres sin niños.
Según los investigadores, este punto requeriría de un análisis en mayor profundidad porque podría ser que "las satisfacciones de la paternidad se vieran contrarrestadas, en el caso de las madres, por la emergencia de responsabilidades y el aumento de las labores domésticas".
Por otro lado, los estudios constataron que los padres y madres mayores y casados tendían a ser los más felices. Los autores de la investigación afirman que este último hallazgo sugiere que si eres mayor (y presumiblemente, más maduro) y estás casado (lo que presumiblemente conlleva un apoyo financiero y social mayor), entonces eres más propicio a estar más feliz con tus hijos que la gente que no tiene descendencia.
De hecho, esta diferencia con las personas sin hijos no se constató en padres y madres solteros ni en padres y madres muy jóvenes. Los resultados del presente estudio aparecerán publicados en Psychological Science, revista que edita la Association for Psychological Science de Estados Unidos.
¿Un fenómeno psicológico moderno?
Como se ha dicho, los resultados de la presente investigación coinciden con los de otros estudios, pero también contradicen los de otras investigaciones recientes, como la realizada en 2011 por investigadores de la Universidad de Waterloo, en Canadá.
Este otro estudio reveló que los padres insisten en defender que sus hijos son una fuente de felicidad y plenitud para sus vidas, con el fin de justificar el enorme esfuerzo que requiere su crianza. Para alcanzar esta conclusión, los especialistas analizaron en este caso a 80 padres y madres, que tenían todos al menos un hijo menor de 18 años.
Los investigadores explicaron entonces los resultados obtenidos desde una perspectiva histórica: antes, los niños constituían un valor económico para las familias porque trabajaban con los adultos en el campo o trayendo dinero a casa. Entonces las relaciones entre padres e hijos eran menos afectivas.
Pero, a medida que el valor de los hijos (como activo económico) se ha ido reduciendo y el coste de tenerlos ha aumentado, también lo ha hecho la creencia en que la paternidad o la maternidad están recompensadas emocionalmente. Los científicos canadienses creen que, por esa razón, el disfrute de la crianza es un fenómeno psicológico moderno.
Por otra parte, en 2009, un artículo publicado en la revista The Psychologist afirmaba que el aspecto idílico de la paternidad y de la maternidad podría ser sólo una ilusión, ya que diversos estudios han constatado que no existe una relación directa entre el hecho de tener hijos y el de ser felices.
Más bien al contrario, señalaba el artículo, se ha comprobado que los padres y madres presentan niveles significativamente más bajos de felicidad que los adultos sin hijos, ya que el tener descendencia tiene un coste para la dicha de los padres, para su tranquilidad marital y para su satisfacción personal.


Vivimos bien pero morimos mal

El investigador de la Universidad del País Vasco (UPV/EHU), Iñaki Olaizola, ha analizado cómo se siente la sociedad vasca respecto a la eutanasia y al proceso de morir, y cómo ha cambiado dicha percepción desde la década de los 70 hasta hoy.
Para ello, el antropólogo entrevistó a personas de todo tipo. Los resultados de estas entrevistas revelaron que el miedo a morir mal es algo generalizado.
Olaizola ha elaborado una tesis a raíz de esta investigación, que ha sido defendida en la UPV/EHU. A partir de su estudio, el científico remarca, en un comunicado de la UPV, la necesidad de garantizar por ley la muerte digna.
"El País Vasco, y occidente en su conjunto, somos un país que en principio vivimos bien, pero morimos mal. Y eso es algo que se puede mejorar", explica el investigador.
La muerte: una responsabilidad compartida
Al ser una investigación antropológica, la entrevista en profundidad fue la técnica que más relevancia tuvo en este trabajo.
Concretamente, Olaizola entrevistó a quince vascos, una muestra compuesta por más mujeres que hombres. Y es que, al alargarse la vida, la necesidad de cuidados también se ha agravado, y las mujeres siempre se han responsabilizado más de esta tarea", señala.
El antropólogo optó por escoger a gente corriente; es decir, su objetivo no fue entrevistar a personas con conocimientos específicos sobre la eutanasia o los procesos de morir.
La razón de esta selección es que la muerte "nos compete a todos; el proceso de morir no es algo exclusivo de los especialistas, y mucho menos de los médicos. Una vez se han tomado ciertas decisiones, el médico es imprescindible, pero lo que es la reflexión, el debate, el valor de la vida, su sentido… no es responsabilidad de los médicos, sino de todos".
Cambios en la forma de afrontar el final
Olaizola analizó el proceso de la muerte dividiéndolo en tres fases: la enfermedad y dependencia, la agonía y el ritual que sucede a la muerte. Según él, estas tres fases han sufrido grandes cambios en las últimas décadas. En lo que a la manera de enfrentar la muerte se refiere, la sociedad vasca habría evolucionado de un modelo tradicional a un modelo "biográfico".
"En el (modelo) tradicional, la religión tiene una influencia tremenda, debemos vivir hasta que Dios quiera. Se entiende la muerte como un proceso largo, como parte de la vida. No tenemos control sobre nuestra vida. Pero entonces, aparecen algunas personas que empiezan a reflexionar más profundamente, que son conscientes de su propia vida. Aparecen nuevas éticas, modelos, prácticas… A eso le llamo modelo biográfico". Es decir, a tomar las riendas de nuestra vida y muerte.
Según las conclusiones obtenidas en el estudio, el punto de inflexión entre los dos modelos se produjo en las décadas de los 60 y 70.
La razón radica en diversos cambios acaecidos entonces. Por un lado, cambios sociales.
En este sentido, Olaizola apunta a la evolución demográfica y al incremento de la esperanza de vida: "Ahora se prevé que seremos dependientes durante cinco o seis años antes de morir. La dependencia supone una necesidad de cuidados extrema, lo que suele derivar en una carga terrible para las mujeres. Además, la estructura familiar ha cambiado; antes vivían hasta tres generaciones bajo el mismo techo".
Por otro lado, se produjeron también transformaciones culturales importantes, que son los cambios que más han tenido que ver en la evolución de cómo percibimos la muerte.
El investigador menciona en este sentido la "individualización reflexiva". Como tal se refiere a la percepción de que nuestra salud es cosa nuestra, y no tiene por qué ser responsabilidad de otros.
A partir de esta percepción "surge el derecho a no cuidar. Se reivindica que las personas, y sobre todo las mujeres, no están obligadas a cuidar a los enfermos hasta puntos tan extremos, que son personas y tienen que vivir", señala Olaizola.
Las leyes han reflejado este cambio cultural, por ejemplo, con la aparición de la Ley Española de Autonomía del Paciente del año 2002.
"Cada uno es dueño y señor de su proceso, el sistema médico no está autorizado a cuidarte si tú no quieres. El cambio cultural es tremendo: nuestra autonomía se ha convertido en el principio primordial. Y otro cambio importante en cuanto a leyes es la posibilidad de hacer una declaración de voluntades anticipadas, donde puedes especificar, por ejemplo, tu deseo de no vivir a partir de un momento determinado", explica el autor del estudio.
Evitar el sufrimiento
A pesar de todos estos cambios, Olaizola afirma que aún queda mucho por hacer en legislación, tanto en lo que respecta al proceso de morir como en lo que respecta a la carga que sufren los cuidadores.
En este sentido, hace referencia a las declaraciones de las mujeres entrevistadas para la investigación: "Sobre todo ellas no quieren que sus familiares las cuiden durante sus años de dependencia. Han sufrido tanto cuando les ha tocado ejercer de cuidadoras, que no quieren semejante carga para sus hijas. Prefieren ingresar en una residencia".
El autor de la tesis denuncia que hay una gran indefinición respecto a las leyes. Según él, habría que dar aún "un paso de gigante": "Hoy en día, nadie da valor redentor al sufrimiento. Todos aquellos a los que he entrevistado dicen que el dolor es innecesario, que hay que eliminarlo. Ese derecho a morir dignamente debe ser legislado, debe haber garantías. Hay que mejorar la calidad de la muerte, porque aún es mala".
El trabajo de Olaizola ha sido presentado bajo el título "Transformaciones en el proceso de morir: la eutanasia, una cuestión de debate en la sociedad vasca".

Fuente  laflecha.net

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